jueves, 15 de agosto de 2013

Juguetes

En el fondo hay cosas que nunca llegarás a decir y nunca confesarás por miedo. En realidad todos somos un poco cobardes cuando se trata de decir algo que nos importa demasiado. Las cosas que importan de verdad siempre se dicen con una mirada, un gesto, una sonrisa... Pero no vale la pena forzar las cosas, todo ocurre cuando menos te lo esperas, como por arte de magia, para bien o para mal. Te das cuenta de que nada depende de ti, que también depende de otros, eso hace que la vida sea tan curiosa. 

Las cosas no tienen valor por sí solas, serán importantes en la medida en que tú las valores, y si no sabes valorarlas y se escapan de tu vida... Ahí es cuando viene el problema, ¿verdad? Ahí es cuando nos damos cuenta de lo "tontos" que fuimos, ahí es cuando empezamos a valorar todo lo que tuvimos y no supimos disfrutar, pero es que quizás ya es demasiado tarde...

Igual deberíamos aprender a mirar delante de nuestras narices, a no tratar lo que nos rodea como meros juguetitos al servicio de nuestro antojo, y llorar por ellos cuando alguien coge ese juguete que a penas queríamos, que incluso llegamos a romperlo. No, ya es tarde para valorar todo eso que hemos perdido, ya es tarde para apreciar cada llamada de preocupación, cada gesto cariñoso, cada abrazo en los malos momentos, cada beso tanto en los buenos ratos como en los momentos tristes, y ya es tarde porque alguien se encargó de recoger ese juguete que estaba algo roto y se preocupó por arreglarlo, por apreciarlo y quererlo tal y como es.

Que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde es una excusa muy barata y fea para no admitir que la mayoría son unos egoístas que aún les quedan años que madurar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario