sábado, 13 de julio de 2013

Amiga mía

Y sé que de algún modo encontré la manera de perderme en ti, pero el camino que recorrimos fue tan oscuro que al final se convirtió en nadar a ciegas en un mar de desesperación... Y sólo. Y eso, amiga mía, no hay mente sana que pueda soportarlo.

Por suerte yo encontré el faro a tiempo, te habría llevado hasta la orilla conmigo, pero durante el camino jamás me diste tu mano, por lo que tuve que nadar sólo. Allí fue donde ella me rescató. Cuando lo hizo aún miraba hacia el mar, he de reconocerlo, y puede que si te hubiera visto me hubiera lanzado a por ti, pero ella me dio cobijo y calor. Ya a penas miro al mar del que me rescató, y cuando lo hago, no lo hago con una mirada triste, sino con una sonrisa que refleja lo afortunado que me siento. 

Creo que por fin he encontrado el lugar al que pertenezco, un lugar lleno de luz aunque a veces haya oscuridad, una oscuridad que no me es ajena, pero la diferencia es que en esa oscuridad ya no voy solo, siempre está ella dándome la mano y eso, amiga mía, es mi felicidad.

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