miércoles, 19 de junio de 2013

Palabras

Hay veces que las palabras se las lleva el viento... Promesas que se hacen con una sonrisa forzada, que quizás te hacen sentir mejor, pero que nunca se cumplen... Ese "no quiero perder el contacto contigo, no me gustaría dejar saber de ti"... Quizás sea mejor así, remover el pasado puede doler mucho, más aún cuando pretendiste dejar esa puerta abierta, quizás más como una ventana, pequeña y distante, pero que generaba un aire desagradable y decidiste cerrarla... Descubres que era un callejón sin salida, que lo que un día pareció ser un camino paralelo al tuyo de pronto se torció hacia una dirección que no te gustaba y decides abandonarlo. 

Con el tiempo esas heridas que dejan cicatriz se convierten en anécdotas que te hacen sonreír. Los malos recuerdos pasan a un segundo plano y sólo están las cosas buenas, los buenos momentos, las sonrisas. Espero que así sea al menos para los dos, que esto sólo sea un bonito recuerdo, que la tristeza, la rabia, el enfado con uno mismo por los errores cometidos pasen a la experiencia, a los recuerdos que mantenemos para alentarnos a ser mejores personas y dejen paso a las cosas buenas que se vivieron, los momentos especiales. Y no por nada, sino porque conforme avance la vida llegarán más personas que generarán nuevos buenos momentos, que quizás nunca puedan sustituir a los antiguos, pero que pueden ser incluso mejores. 

Como dijo Shakespeare "Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez, y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma... Descubrirás que lleva años construir confianza y a penas unos segundos destruirla, y que tu también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida..."

Igual todo esto no son más que palabras sin sentido que busca reconfortarme, pensar que no todo tiene por qué acabar mal, que puede haber un final alternativo que aún está a tiempo de suceder... Mi final perfecto sería que todos los enfados desaparecieran y que se convirtiera en un recuerdo nostálgico de algo que intentamos pero que no estábamos ni estaremos preparados para tener, algo de lo que aprendimos y que, mientras duró, mereció la pena. Pero quizás no sean más que palabras vacías.

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