sábado, 4 de mayo de 2013

El sabio y la vida

Esto es un cuento de esos cuya moraleja ayuda a ver la vida de un modo diferente. Dice así:

Hace tiempo, un hombre tenía una familia. Su familia constaba de 3 miembros, él y sus dos hijas, puesto que la madre murió de una enfermedad cuando las niñas eran chicas. Cuando crecieron un poco, la curiosidad por lo que les rodeaba inundó a estas niñas, y preguntaban al padre constantemente por ellas. El padre respondía como podía, intentando hacer felices a las chiquillas, las cuales llegaban y decían muy nerviosas "¡papá, papá!" e inmediatamente hacían la pregunta.

Llegó un momento en el que los conocimientos del padre no eran suficientes, y él, al ver que no podría hacer felices a sus hijas, decidió enviarlas con un hombre sabio para que vivieran con él.

Cuando las niñas ya estuvieron con este hombre sabio, su sed de conocimiento seguía insaciada. Ambas jóvenes se dirigían hacia el hombre a la vez, sonrientes, y le decían "¡maestro, maestro!", y el maestro, muy tranquilamente y sonriente, siempre les daba la respuesta correcta.

Las niñas se divertían, querían averiguar algo que el maestro no supiera, y siempre iban con una pregunta, a la que el maestro, muy tranquilamente y sonriente, siempre les daba la respuesta correcta.

Un día, una de las niñas se acercó muy nerviosa a la otra y le dijo: "hermana, tengo una pregunta que el maestro no podrá adivinar. Tengo una mariposa entre mis manos, tenemos que ir al maestro y preguntarle si está viva o muerta. Si nos dice que esta viva sólo tengo que cerrar más las manos para asfixiarla, y si nos dice que está muerta abro las manos y saldrá volando". La hermana, muy excitada por la idea, fue con ella a ver al maestro. Cuando estuvieron delante de este, preguntaron muy alegremente "¡maestro, maestro! Tengo una mariposa en mis manos, ¿está viva o muerta?"

El maestro se quedó mirándolas, muy tranquilo y sonriente, y les contestó "tú sabras, está en tus manos".


Lo que quiero decir con esta historia es que la felicidad, al igual que la mariposa, está en nuestras manos, y que nosotros somos los únicos que podemos decidir si asfixiarla o dejarla libre y que nos inunde.

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